
Tengo que constatar si el día de la primavera es un festejo puramente argentino o si tiene espejos en otras partes del mundo. En las esquinas de Buenos Aires, puestos de flores venden a las coloridas divas del día. Resultan un regalo que, al menos, desprende una sonrisa. Pero más allá del obsequio, son un símbolo único. Representan la fertilidad, la belleza al desnudo, sin innhibiciones. En su esencia contienen la belleza de lo puro, de lo perfecto. En esta imagen, la mujer inspira sus formas para transmitir armonía y deseo, en una combinación que alcanza, desde su sutileza, el éxtasis.
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